MUJERES EN DEUDA
A lo largo de la historia las mujeres hemos sido motivo de mucha polémica pero también de mucha desigualdad, el problema radica en el motivo de dicha polémica, esta desigualdad y esta mentalidad que nos inculcan y promueven desde niñas acerca de pensar que los patrones machistas y patriarcales son correctos se fue heredando generación con generación, las costumbres y las “enseñanzas” para ser una “buena” mujer nos las heredaban nuestras mamás o abuelas, pero también cada mujer que nos superara en edad se encargaba de hacernos saber cuál era nuestro lugar en este mucho y cuál era nuestro deber social y divino frente a la sociedad y frente a los hombres mismos, tuvo que pasar bastante tiempo para que las mujeres comenzáramos a replantearnos si esta forma de vida y de pensar era correcta y si nos hacía sentir plenas y realizadas, no solo como mujer sino cómo ser humano; fue entonces cuando algo cambió, comenzamos a expresar nuestra rebeldía entre mujeres, nuestro disgusto por esas viejas costumbres y esos viejos tratos, comenzábamos a replantearnos si esta forma de vida merecía ser heredada a nuestras hijas, tristemente solo lo hacíamos con mujeres de nuestra edad o más pequeñas porque no nos atrevíamos a desafiar a nuestra autoridad mayor o peor aún, a nuestros compañeros varones.
Poco a poco sus hijas terminaron escuchando esa rebeldía en susurros y comenzaron a replantearse aún más fuerte esa forma de vida, generación con generación fuimos perdiendo el miedo de nuestra rebeldía y nuestro coraje, comenzamos a pensar en voz alta y en exigir lo que merecíamos cómo seres humanos, es gracias a todas estas mujeres que compartían su rebeldía a susurros que el día de hoy podemos pensar y hablar con la libertad que se nos antoje.
Me gusta pensar que todas esas mujeres heredaban su rebeldía pero también heredaban su disgusto y su inconformidad, nos quitaron el sueño y la fantasía de la mujer sumisa y silenciosa, de la mujer recatada y controlada, pero a cambio nos regalaron el mundo entero; nos regalaron libertad para pensar, felicidad y tranquilidad al saber que merecemos valor y merecemos respeto, nos regalaron todas las posibilidades del mundo, las posibilidades que para su época y momento se veían tan lejanas e imposibles que en estos tiempos nos parecería ridículo, nos las regalaron a base de rebeldía y mucha lucha, en pleno siglo XXI creo que jamás ha existido un regalo de mayor valor para toda la humanidad.
Es gracias a ese regalo que también nos heredan una deuda, una deuda moral y social con todas las que lucharon antes que nosotras para defender lo que tanto lograron y respetar los ideales que fueron creados y construidos por ellas mismas para poder apreciarlos y disfrutarlos, pero también heredamos una deuda aun más grande, una deuda con todas las niñas que están creciendo, con todas las futuras generaciones de mujeres fuertes y deseosas de un mundo mejor, un mundo más justo, más seguro para ellas, menos machista, más brillante, un futuro con todas las posibilidades que puedan desear, con amor, con seguridad y valor, un futuro color violeta, un futuro feminista.
Es nuestro deber como mujeres libres y fuertes informar a cada niña que tengamos frente a nosotras, a explicarle que sus sentimientos son válidos y el único límite de sus sueños es ella misma, que su valor jamás se valdrá por cómo cocine o cómo planche, que si quiere tener hijos puede hacerlo y se le apoyará, pero que si no quiere se le respetará y también apoyará, que su vida no gira entorno a un hombre y sus oportunidades jamás dependerán de otra persona más que de ella, debemos motivarlas por tomar nuevos retos y que el miedo es bueno, que el miedo significa que nos comprometemos con las oportunidades y las aprovechamos, quitarles la idea social de qué hay cosas de niñas y cosas de niños, explicarles lo que es un amor sano y responsable, que el amor es de las cosas más hermosas del mundo pero que se logra cuando dos personas son felices individualmente y de esa forma deciden ser felices juntos, explicarle que los hombres ya se aprovecharon demasiado de las viejas generaciones y que ahora es nuestro turno, es nuestro momento como mujeres.
Aprovechemos este maravilloso mes para luchar, no para celebrar, pero también usémoslo para reconocernos nuestra lucha y valorarla porque solo nosotras sabemos que no ha sido fácil.
Somos una generación llena de deudas, deudas pasadas y deudas futuras, pero por extraño que parezca me enorgullece estar en deuda, en deuda por poder siquiera escribir y publicar esto con mi propio nombre y no bajo “anónimo” o un seudónimo de hombre, en deuda de poder vestir como quiera y pensar en voz alta, de enorgullecerme por gritar y no susurrar.